El Chico de la Última Fila, de Juan Mayorga, en Oviedo.
La compañía Redrum Teatro ha representado una de las más icónicas obras de Mayorga.
Representación de El chico de la última fila. Fotografía: La Nueva España.
Este pasado sábado 22 de octubre, la Fábrica de Armas de La Vega, en Oviedo, ha sido el escenario de una inusual puesta en escena de la que es, probablemente, la obra de teatro más conocida del premiado de las letras de este año, Juan Mayorga.
El dramaturgo, que es licenciado en Matemáticas y doctor en Filosofía, estrenó esta obra en 2006, y ya lleva 26 producciones en todo el mundo y, además, ha sido llevada a la gran pantalla bajo la dirección de François Ozon con el título Dans La Maison.
La fundación FPA ha decidido que una de las actividades de este año relacionadas con el premiado sea la representación de esta obra, y la compañía encargada de hacerlo ha sido Redrum Teatro, con Guillermo Carbajo y Roberto Leal en el papel de los protagonistas, Claudio y Germán, y con la participación de Belén Constenla, Mónica García, Machi Salgado y Rubén Porto.
Representación de El chico de la última fila. Fotografía: La Nueva España.
Y he de decir, desde mi más sincera opinión, que me ha sorprendido mucho para bien. Desde que leí esta obra, he tenido mucha curiosidad por ver cómo haría una compañía de teatro para representarla, ya que, si no se hace bien, puede ser muy confusa para el público. Sin embargo, han sabido hacer una gran escenificación para que se entendiese a la perfección cada cambio de perspectiva y la evolución de los personajes. Con las luces como aliado, han sido capaces de que el público se imagine el cambio de escenario, de narrador y de situación sin que resultase confuso.
Y cómo no hablar de la interpretación. El trabajo por parte de los actores ha estado al mismo nivel de la excelencia, algo que se ha visto reflejado en la gran cantidad de aplausos con los que se les ha alabado al final de la obra. Capturando la esencia de cada uno, han dado vida a los personajes de esta obra de Mayorga, peculiar a la par que sencilla, al retratar a una familia normal y demás personas que parecen igual de corrientes en la superficie; pero, como dice Mayorga en la obra a través de Germán, el profesor de Lengua y Literatura: ¿hay una familia "normal"? ¿No hay algo anormal, monstruoso incluso, en el concepto mismo de familia?
Representación de El chico de la última fila. Fotografía: La Nueva España.
En una reflexión con valores, sobre lo que está moralmente bien y mal, sobre la escritura, la literatura y demás temas de importancia, Juan Mayorga nos sumerge en la historia de Claudio, un estudiante de bachiller, que se motiva al hacer una redacción sobre su último fin de semana para la asignatura de Lengua y Literatura, y se obsesiona, no solo con el hecho de escribir en sí, si no con la historia que cuenta sobre sus personajes. Mayorga ha descrito esto como "una obra sobre la escuela, y en la escuela nos lo estamos jugando todo, como qué sociedad y qué mundo queremos".
En definitiva, esta es una gran obra que merece la pena leer y, sobre todo, ver representada, especialmente si lo hace una compañía tan magnífica con unos actores tan buenos como la compañía Redrum Teatro.
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